1. Entradas de Zona Bolonia

2. Corrector automático

Los programas de tratamiento de texto y los navegadores o aplicaciones en la nube tienen habitualmente una función de corrección automática de errores ortográficos o, incluso, gramaticales. No es la herramienta definitiva porque causa algunos «falsos positivos» y, sobre todo, oculta muchos «falsos negativos» (como si, refiriéndote a una vaca, escribes «traigo la baca»). Pero permite filtrar muchos errores.

Como me sorprende descubrir que demasiados estudiantes prescinden de esta herramienta, que es fácil y gratuita, esta es mi primera recomendación: si no está activada por defecto, averigua cómo hacerlo en el procesador o aplicación que emplees para escribir. Una vez activada, atiende a las notificaciones o sugerencias que realiza.

3. Resolver dudas

  • La Real Academia de la Lengua dispone de tres excelentes herramientas para resolver dudas ortográficas o gramaticales:
  • En Fundeu cuentas con los mismos recursos, en un formato más visual e informal
  • En Wordreference las palabras están acompañadas de interesantes foros de discusión sobre dudas de uso.
  • Finalmente, un recurso fácil, que suele funcionar bien, es acudir a Google, escribir entre comillas las dos construcciones entre las que tienes dudas y comprobar cuál es la más empleada. En el 99% de los casos, es la correcta.

4. Sinónimos

Buscar en un diccionario de sinónimos te puede servir para evitar repeticiones, encontrar expresiones más precisas o, simplemente, «darte una ducha de palabras» en busca de inspiración. Mi diccionario de sinónimos favorito es el de Wordreference.

5. Diccionario jurídico

La RAE tiene publicado en su web un Diccionario del español jurídico. Es algo irregular, pero te puede servir para aclarar el sentido preciso de muchos términos jurídicos.

6. Libros de estilo

Si te tienen que hacer algún regalo o te lo quieres hacer a ti mismo, cómprate uno de los dos siguientes libros de estilo y tenlo como libro de cabecera (durante la carrera y después):

7. Mis consejos básicos

  • Organiza. Piensa en tu texto como un relato. Como todo relato, debe tener un principio, un fin y una estructura, es decir, una organización. De más general a más particular, estos son los elementos con los que construir el andamiaje de tu relato:
    • Los apartados del escrito, con sus distintos niveles
    • Los puntos y aparte, que separan párrafos
    • Los puntos y conectores (por ejemplo, «Sin embargo,…») que separan las oraciones
    • Las comas, preposiciones o conjunciones que conectan cada una de las partes que componen una oración
  • Conecta. Para que el lector pueda seguir con facilidad el hilo de tu relato, sus partes deben estar bien enlazadas. En concreto:
    • Emplea los conectores adecuados para enlazar oraciones. Si la oración que inicias supone una excepción o un argumento contrario a lo dicho en la oración anterior, toca, por ejemplo, «sin embargo» o «pero»; si, en cambio, recoge una consecuencia o efecto de lo explicado en la frase anterior, son adecuados, por ejemplo, «luego» o «por lo tanto». Aquí y aquí tienes dos buenos directorios de conectores.
    • Cuida que los pronombres (este, ese, que, cual, etc.) concuerden en género y número con el nombre al que remiten. Y los verbos, con su sujeto.
  • Acorta. Escribe corto; y, cuanto menos cómodo te sientas, más corto. En concreto:
    • Como regla general, evita oraciones de más de 3 líneas o párrafos de más de 20 líneas.
    • Prescinde de entradillas superfluas, tipo «Hay que decir que…»
    • Evita redundancias, repetir ideas, salvo que sea con un propósito legítimo, como, por ejemplo, aportar claridad explicando la misma idea con otras palabras.
    • Selecciona lo importante y prescinde de lo accesorio. Descartar forma parte del arte de escribir.
  • Sirve. He escogido la palabra «sirve» para expresar algo más fuerte que «pensar en el lector» o «tenerlo en cuenta». Al escribir, eres servidor del lector. Y eso te obliga a superar el listón del «lo que he escrito está bien» para apuntar a uno más ambicioso: «lo he escrito de la mejor manera para que sea fácil y bien entendido por el lector».
  • Revisa. Gracias a la informática, corregir está «chupado», así que no tiene perdón que no revises a fondo tu texto. No se trata solamente de comprobar si se ha colado algún error ortográfico, sino si la información está organizada de la mejor manera posible, todo está bien conectado, no se puede acortar más y, en definitiva, sirve al lector.
Aquí puedes encontrar todas las guías prácticas que contiene esta Zona.
Recuerda que las hay de dos tipos:
Guías, sin más, que sirven para resolver problemas de la materia de la Zona.
Metaguías, que tienen dos características: su contenido, en buena parte, consiste en una recolección de recursos externos; y su utilidad se proyecta más allá de la materia propia de esta Zona, por lo que puede servir en cualquier disciplina jurídica.

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